Friday, June 08, 2007

la leyenda del futbol austriaco (mi contribucion a la eurocopa que viene)


A principios del siglo pasado, mientras se sacudian la resaca imperial, los austriacos se dedicaron a inventar el mundo contemporaneo. Dudo mucho que otra nacion, en un tiempo tan escazo, halla congregado tantos genios y halla proyectado una influencia cultural tan determinante. La lista quita la respiracion: Freud, Wittgenstain, Alfred Loss, Schnitzler (si, el que escribio el relato soñado, libro mas conocido por que fue el pretexto para que Kubrik demostrara que no era Dios y el resto de los mortales pudieran ver a Tom Cruise y Nicole Kidman -uy!-en pelotas), Otto Weininger. Mahler y Schömberg eran vecinos vieneses. El sionismo y el nazismo, las dos doctrinas mas abominables del siglo -fuera, claro, del feminismo- nacieron en las calles de Viena. ¿Qué familia pudo dar dos nuevas palabras a todos los idiomas, incluso el chino y el japonés? Una familia vienesa, por supuesto: La atormentada idea del masoquismo, que viene directamente de Leopold Sacher-Masoch, y el logro culinario incomparable de su primo hermano, el pastel Sacher: el látigo amoroso y la crema batida. ¿Y que coño tiene esto que ver con el futbol? Pues que la historia, tal vez atragantada por tanto genio, olvidó uno escencial.

En los Años treinta, Austria tuvo el unico equipò de futbol de su historia que un brasileño no desaprobaría. Conocido como el WunderTeam y dirigido por Hugo Meisl, entre 1931 y 1934 se dio el lujo de arrollar a Alemania en Berlin (6-0), Escocia (5-0), Hungría (8-2), Francia (4-0), Belgica (6-1) y a un largo etcetera. Cuando le tocó el turno de caer a Italia (2-1), el campeón del mundial del 34, la estrella del partido, y el alma de ese equipo, fue un tipo de fisico escazo y talento infinito, que los cronistas de la epoca bautizaron como el bailarin de papel (der papierman) o el Mozart del futbol. Su nombre era Mattias Sindelar y esta es su historia.

La historia de este hombre es digna de una pelicula neorrealista italiana. Su familia habia emigrado impulsada por la miseria desde Moravia, region fronteriza con la republica Checa, a Viena, donde se instalaron en Favoriten, un barrio proletario de barracas desangeladas, el equivalente austriaco de una favela brasileña. El padre, albañil, murió en la primera guerra mundial. La madre, lavandera, saco adelante a su familia como buenamente pudo o supo. Dos de sus hermanos murieron muy jovenes y, antes de transformarse en mito, Sindelar ejercio los oficios de cerrajero y de dependiente de una tienda de deportes.
Comenzó a jugar al futbol en un equipo de aficionados y tras un tiempo pasó al Austria Viena, equipo de la clase media Judia. En 1926 fue convocado por primera vez a la seleccion austriaca, pero tras un par de años de entrar y salir de las alineaciones, se cayo de las convocatorias por problemas tacticos tacticas. La prensa montó en colera. Fue convocado nuevamente y partir de su segundo debut, Austria se trasformó en una aplanadora.

“Entre los goles legendarios de Sindelar se recuerdan los dos que marcó a Italia el 20 de marzo de 1932. Un cronista escribió: "Pertenecen a la historia como la batalla de Maratón, el paso de Anibal de los Alpes y otros acontecimientos de peso". El relato de uno de ellos resulta increíble: "Tras un saque de esquina, un compañero se la pasó de cabeza. Sindelar, también de cabeza, le hizo un sombrero a un italiano, la dejó caer, la elevó y de nuevo con la cabeza metió gol.”

Pasaron los años y llegamos a 1938, donde ocurrieron dos cosas. La primera ocurre el doce de marzo, día en que se materializa el anschluss, la anexión de Austria por parte de la Alemania nazi. La segunda, naturalmente, era el mundial de futbol a celebrarse en Francia. Para tal efecto, las autoridades alemanas encargaron a Sepp Herberger que fusionase ambos equipos, de manera que la solidez alemana pudiera potenciar la fantasia del wunderteam. Entre ambos acontecimientos, tuvo lugar un partido entre ambas selecciones, la austriaca y la alemana, para festejar la union. Ese partido marca el comienzo de la leyenda.

Sindelar se niega a integrar el equipo de la gran Alemania y forma filas con la marca oriental, nombre con que se había bautizado a lo quedaba del equipo austriaco. Viena en pleno acude al acontecimiento: el tres de abril de 1938 hay cerca de 60000 personas en las gradas. El primer tiempo terminó en un empate sin goles y Sindelar se dedicó a ejercer una magia que se le desconocía: fallar goles que nadie que tuviera dos piernas habría podido fallar. Se rumoreó que se le había recomendado a la selección austriaca que evitara la victoria. Al parecer, dicha recomendación duró exactamente cuarenta y cinco minutos. Sindelar marca apenas comenzado el segundo tiempo y cuando Sesta,el mediocentro, emboca un trallazo desde cuarenta metros, Sindelar celebra el gol danzando como vikingo en extasis frente a la tribuna de los jerarcas nazis.

Fue su último partido. A los pocos meses compró un café y conoció a Camila Castagnola, con quien pensaba casarse. Y la mañana del de enero 23 de 1939, su amigo Gustav Hartmann, buscando a Sindelar, abrió la puerta de su casa en Annagasse y le encontró muerto junto a Camila. Se atribuyó el hecho a un escape de gas. Pero los vecinos declararon que no había ni rastrode olor a gas. También se habló de la traición y entrega por parte de un amigo. Las actuaciones judiciales se perdieron y el caso se archivó como accidente. A sus funerales. Quince mil austriacos desafiaron la reprobación del regimen nazi y se congregaron para despedir al mago. Hoy La tumba de Sindelar se encuentra en la zona de honor del cementerio central de Viena. El escritor Friedrich Torberg compuso un poema tras su muerte, balada a la muerte de un futbolista, que concluye con los versos que recuerdan su paso por una puerta oscura y silenciosa: "Era un hijo de Favoriten y se llamaba Matthias Sindelar”

1 comment:

franklin said...

Sí, tenías razón. No es un artículo sobre fútbol y está escrito de forma magnífica. Felicitaciones. La música del texto tiene algo que dudo en calificar de "argentino" ¿voy muy despistado?